Capítulo ochenta y cuatro

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Capítulo Ochenta y Cuatro

Adam se sentó rígidamente en el despacho de su padre, el pesado aroma a cedro y libros viejos envolviéndolo como una prisión.

El tic-tac del reloj de pie en la esquina parecía más fuerte de lo habitual, como si estuviera contando hacia algo para lo que Adam no estab...

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