Capítulo 93: Otro rumbo

Luca.

La tarde estaba cargada de tensión. El sol apenas se filtraba por los ventanales del despacho, y el aire olía a madera vieja, a pólvora contenida.

Mateo estaba sentado frente a mí, con los brazos cruzados y esa expresión que ya conocía demasiado bien: terquedad disfrazada de preocupación.

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