45. Promesas

Al día siguiente:

Estoy sentada entre sus piernas en este sillón del jardín, la brisa hace que el calor no sea tan sofocante, pero sus besos en mi cuello hacen que mi piel arda — me gusta mucho tenerte así — me susurra al oído y sonrió.

— Y a mí me gusta que seas así conmigo, pero no intentes distr...

Inicia sesión y continúa leyendo