Quince

—Las sirvientas explicaron que le diste refugio a mi esposa por el frío de anoche y comida, y por eso no tengo tu cabeza en mis manos ahora mismo. Me iré ahora.

Dicho esto, tenía mi mano en la suya, listo para llevarme cuando alguien de repente agarró mi otra mano, deteniéndome de avanzar más con L...

Inicia sesión y continúa leyendo