Una promesa para toda la vida

—Ahora, es mi turno de confesarte mi amor, mi esposo...

Entonces Scarlett dejó que su cálida y tentadora lengua recorriera su piel. Desde su oreja izquierda, bajando por su cuello, incluso se atrevió a dejar marcas de amor para señalarlo como suyo. Y Voltaire gemía y gruñía ante cada movimiento sen...

Inicia sesión y continúa leyendo