Capítulo 1 El nuevo dueño

Por Sergio

Estoy mirando distraídamente a unos niños pequeños, esperando para ingresar al sector de las canchas de futbol, son las criaturas que van a comenzar a usar las instalaciones del club para educación física, se trasladaban en micro desde el colegio hasta mi sede, con sus profesores de educación física.

Esto también ayuda a captar más socios.

Estos niños eran pequeños y por ser el primer día, estaban acompañados por uno de sus padres, en general por sus madres.

Mi mirada se detiene en unas piernas de mujer, son realmente preciosas, bien torneadas, sexis.

Comienzo mal, pienso.

Estoy acá por trabajo, no para mirar las piernas de una mujer, seguramente madre de uno de los chiquitos.

Tengo 25 años y miro a chicas de mi edad o por ahí, pero no a madres que están acompañadas por sus hijos.

Levanto la vista, solo por curiosidad, porque semejantes piernas tienen que estar acompañadas de un buen cuerpo.

La señora estaba de espalda, vestía correctamente, pollera por arriba de las rodillas, pero no demasiado corta, ajustada, eso sí.

Me perdí unos segundos mirándole el culo, seguí hacía su espalda, tenía cabello rubio, lacio y largo, hasta media espalda.

Espectacular, pensé.

Ella estaba hablando con dos o tres madres, supongo yo que deben ser madres, ajena a lo que yo estaba pensando.

No me impactan las mujeres solamente por tener un buen culo o algún atributo especial, hace tiempo que pasé esa época, pero esta mujer…

A la mujer, por su aspecto no parece demasiado grande, se le acerca un niño rubio, por el tamaño debe ser de primer o segundo grado, cuando ella gira para contestarle al pequeño, me paralice por un momento.

¡La conozco!

¡Es Julieta!

Estoy impactado.

Ella, sin saberlo, fue la dueña de mis desvelos.

La razón de mi potente obsesión sexual.

Fue socia de mi madre en un salón de belleza antes de que mi madre decidiera a irse a vivir a España.

Se hicieron amigas a pesar de la diferencia de edad.

Mi madre era psicóloga y masajista terapéutica, pero le rendía más trabajar haciendo masajes descontracturantes y depilación.

De psicóloga nunca trabajó, creo que debía 2 o 3 materias, debe ser por eso, no tenía un título que habilitante para trabajar

Julieta era cosmetóloga, se pusieron un salón de belleza, luego mi abuela, que era mayor, enfermó y mi madre cruzó el Atlántico para cuidar a su suegra.

Julieta le compró a mi madre su parte del salón de belleza.

Luego perdieron el contacto.

Yo tampoco la volví a ver.

July estaba casada.

Mi madre siempre me decía que deje de mirarla como un baboso, que su marido se iba a dar cuenta y ellos eran un matrimonio que se querían de verdad.

No pude evitar recodar mil situaciones.

Hasta mi corazón se aceleró.

Saqué mi celular, mirando la pantalla oscura, solamente buscaba calmar mi ansiedad.

Me acerqué para saludarla.

-Hola Julieta.

Le dije con la mejor de mis sonrisas.

-¿Sergio?

Me preguntó casi asombrada al verme en ese ámbito.

-Sí ¿Cómo te va?

No podía dejar de mirarla con intensidad.

Estaba más bella que antes.

Mis ojos estaban hipnotizados, mi sangre estaba alborotada, como cuando soñaba con ella cada noche.

-Bien, Mauro comenzó primer grado, y el colegio tiene un convenio con este lugar.

Comienza a explicarme.

-¿Vos qué hacés acá?¿Te casaste?¿Tenés un hijo?

Me rio.

¿Hijo?

Trato de hablar con naturalidad.

- ¡No! Es una historia larga, pero acortando mucho, mi abuela, la que vivía en España, se murió y recibí una herencia impensada e invertí en este lugar, soy el dueño.

Su mirada decía que estaba asombrada.

Su sonrisa sincera me decía que estaba feliz por mi crecimiento económico.

-Te felicito, es muy buena inversión ¿Y tu mamá?

Julieta adoraba a mi madre, esa adoración era mutua.

-Bien, se quedó en España, posiblemente vuelva en unos meses.

-Enviale mis saludos.

-Gracias, ¿Cómo estás? ¿Qué es de tu vida?

Quiero saber todo sobre ella.

-Bien, sigo con el salón de belleza, contraté más personal, me expandí bastante, me va bien.

Llaman a los niños y también entran los padres por ser el primer día, para que conozcan las instalaciones y la seguridad con que contaba el edificio.

Va a haber un acto donde se les da la bienvenida a los alumnos de ese colegio.

-Me alegra haberte visto.

Me dice, acercándose para saludarme, con confianza, me da un beso en la mejilla.

La miré de cerca, más de cerca, ¡Dios! Es tan hermosa como siempre.

Calculo su edad, es más grande que yo, creo que me lleva 3 años.

Sigue estando en sus veinte.

Me di cuenta de que le estaba mirando la boca.

Debo estar loco.

Traté de disimular.

¡Qué ganas de probar sus labios!

Sonreí, aturdido, ella giró y escucho que otra madre le pregunta quién soy.

-El nuevo dueño, un antiguo amigo.

- ¿Fueron novios?

-No.

-Te comía con la mirada.

-No, nada que ver, lo conozco desde que era adolescente, es chiquito.

¿Chiquito?

Me ve como a un chico…

Creo que el marido le lleva cerca de 12 años, claro debe estar cerca de los 40.

Si pudiera demostrarle que soy un hombre…

La vi alejarse.

Me dirijo a una oficina que dispuse para mí.

Siguiente capítulo