Capítulo 2 Herencia
POR SERGIO
¿Cómo llegué hasta acá?
Es simple.
Era un simple empleado, como millones de personas, con ambiciones comunes, sin grandes expectativas.
Me llamo Sergio, tengo 25 años, y mi vida era plana.
Yo la sentía plana.
No tenía grandes pasiones, aunque tenía una familia que me quería y a la cual yo adoraba.
Se trataba de mi madre, mi tapia y mi prima, de la cual siempre fui muy cercano, éramos como hermanos.
Mis padres estaban separados y con mi progenitor, luego de esa separación, tuve cierta distancia.
Mi teléfono se iluminó y atendí sin saber que luego de ese llamado, mi vida sería otra.
El llamado era de mi madre, eso no era nada fuera de lo normal.
Estábamos conectados continuamente.
Pero en esta ocasión, no llamó para preguntarme como estaba, su voz temblaba, pero no parecía preocupada por algo, aunque por un instante pensé que le estaba ocurriendo algo grave.
- ¿Estás bien, mamá?
-Sí, pero escuchame bien.
-Te escucho.
Le contesté, aunque no terminaba de entender cuál era la urgencia.
-Estoy acompañada por el abogado de la abuela, la madre de mi papá.
- ¿Pasó algo?
-Me informaron que la abuela te dejó todo lo que poseía.
Me llamó la atención, peor seguía sin entender porque mi madre estaba casi eufórica.
Ella quería mucho a su exsuegra y viajó a Europa para estar junto a ella, ya que estaba sola y era mayor.
Para mi madre fue su segunda madre.
Quizás está así, porque mi abuela me nombró su heredero en lugar de dejarle algo a mi padre, su hijo.
Pero mi madre no era mujer materialista, aunque entendía que estuviera feliz porque mi padre no recibiera nada, él había sido particularmente censurable y dañino con el tema económico al separase y creo que también lo era cuando estaba casado con mi madre, aunque no tuvieran serios problemas económico.
Posiblemente mi abuela lo sabía y no estaba de acuerdo con su hijo, por eso me dejó lo que tenía a mí.
En realidad, no sabía en qué consistía lo que había recibido.
Suponía que una casa que vendería, ya que no estaba en mis planes vivir en el viejo continente…
Salvo que mi madre quiera quedarse allí, entonces esa casa sería su residencia hasta que ella disponga.
Me pidió que viaje, creo que es más porque se siente sola que por la firma de dichos documentos.
Cuando mi padre se enteró que falleció su madre, habló por teléfono con mi madre, para que ella se ocupase de todo, ya que él no podía viajar.
En la semana que se leía el testamento, encontró el tiempo para poder viajar, aunque los abogados le dijeron que su presencia no era necesaria.
No entendió razones y finalmente viajamos juntos hacia el viejo continente.
Durante el viaje, tal creyendo que porque soy adulto podía hablar con claridad, me contó el verdadero motivo de su divorcio con mi madre.
-Sara me perdonó una infidelidad, la que me atrapó, pero yo que ya le había sido infiel un par de veces, me creía infalible.
-Papá, no está bien que…
-Sos un hombre y podemos hablar.
-No considero necesario que…
-Escuchame, sos un hombre y ahora entendés de lo que estoy hablando, quiero que sepas que me arrepentí de haber engañado a tu madre con su mejor amiga.
- ¿Qué?
Comprendí porqué mi madre lo echó de casa.
Mi mamá jamás expuso a mi padre, yo, cuando tomé conciencia, me di cuenta de que ella se hizo cargo de mí, de los gastos de la casa y aunque nunca lo defendía jamás me habló mal del hombre que tenía delante mío.
Nunca fue vengativa, y por lo que estaba escuchando, tenía mil motivos para hacerlo.
-Ella descubrió un mensaje en mi teléfono, y tuve que confesarlo.
- ¿Te arrepentiste porque te descubrió?
-No borré bien las huellas, estuve mal.
-Dejá de hablar, porque, aunque seas mi padre, te voy a cagar a trompadas, aunque estemos en un avión.
Estaba indignado.
Adoro a mi madre.
Nunca me sentí más lejano a mi padre, sin embargo…
De adolescente creía que era de macho salir con varias chicas a la vez.
Fue mi madre, cuando se enteró de lo que hacía, que me habló mil horas sobre la importancia del respeto y la fidelidad.
Ahora lo entiendo todo y siento vergüenza de mi comportamiento y odio por las palabras de mi padre.
El viaje continuó con auriculares en mi oído.
Abracé a mi madre cuando la vi.
La extrañaba.
Nos acomodamos en la casa de mi abuela.
Estaba sorprendido, era una verdadera mansión.
Mi abuela era millonaria.
La herencia era sustanciosa.
Mi padre viajó sin ser requerido y aunque intentó invalidar el testamento, no tuvo suerte, los documentos estaban claros.
Pretendió quedarse a vivir en la mansión, se lo negué.
Terminé por pagarle el pasaje de vuelta para alejarlo de mi madre.
Luego de estar 20 días en España, disfrutando de sus playas y sobre todo de la compañía de mi madre, regresé a mi país.
Con una cuenta bancaria que tenía que mirarla varias veces para cantar bien los 0.
La cuenta, estaba a mi nombre, yo era el titular, pero mi madre tenía acceso total.
Ella me dijo que no era necesario.
-Usa lo que quieras, no te prives de nada.
Me abrazó con lágrimas en sus ojos, no por el dinero, sino por la confianza.
En mi país, mi tío me acompañó a varias reuniones con inversionistas.
No estoy acostumbrado a invertir en negocios.
No me convencía dinero en la bolsa y no trabajar.
Finalmente, luego de buscar entre distintas actividades, me decidí por comprar un edificio de oficinas y alquilarlo, pero eso era solamente una pequeña parte.
Podía vivir de rentas, pero no quería eso.
Fue cuando me llegó la propuesta de comprar un espacio que había sido un club.
Cuando indagué, no era solamente el edificio lo que estaba en venta, también vendían hectáreas al otro lado de la ciudad, donde funcionaba un club de campo.
El espacio de la ciudad tenía dos canchas pequeñas de futbol, una de básquet, piscinas climatizadas, áreas para un inmenso gimnasio, hasta lugar para una confitería.
Los planetas estaban alineados, porque terminé firmando un contrato con una red de gimnasios, solamente tenía que mantener el nombre de ellos y lo demás se manejaba con porcentaje.
Podía firmar contratos con distintas escuelas que no contaban con espacio propio, para que sus alumnos usaran las instalaciones en horario en el que no había mucho público.
Las actividades propias del lugar serían en otros horarios.
Todo cuadraba perfecto.
Dos meses después inauguramos Mega club.
¡Y todavía tenía una fortuna en el banco!
Los colegios de la zona enseguida contrataron nuestros servicios.
El lugar era una fuente inagotable de ingreso.
Cuando dije que los planetas se alinearon, no me equivoqué.
No lo digo por mi fortuna…






























