Capítulo 3 Pecaminosos deseos

Por Sergio

Mis pasos era autómatas.

Entré a mi oficina.

Seguía pensando en Julieta.

¡Mierda!  ¡Qué mujer! Siempre me gustó… muchísimo.

Yo recién estaba saliendo del cascarón y ella ya era madre, se casó jovencita, creo que, a los 18 años, yo tendría 15, estaba recién casada cuando la conoció mi mamá y se hicieron amigas, al año ya eran socias.

Yo pasaba por el salón de belleza con cualquier excusa, solamente para ver a July.

Quedó embarazada cuando tendría 21 años, la recuerdo con panza y recuerdo que llevaba a Mauro, su hijo, al salón de belleza y lo dejaba en una practicuna de una habitación contigua.

Recuerdo que lo amamantaba allí.

Era cuidadosa, no se exponía, pero…

Jamás me voy a olvidar el día que lo estaba amamantando y el bebé dejó la teta y se dio vuelta, July quedó con un pecho al aire, el pezón parado, su pecho erguido, de un tamaño considerable y yo… tuve una erección que no pude dominar y no se me bajaba con nada.

Fui al baño a masturbarme, casi avergonzado por no poder controlarme, no era tan chico, pero me volví loco.

Siempre rogué que ella no se haya dado cuenta.

Fui precoz sexualmente.

En ese momento ya tenía sexo, y bastante seguido, había tenido unas cuantas novias, nada serio, pero desde los 15 años que debuté con una amiga, no me masturbé nunca más.

Salvo en ese momento.

Juro que volvía por el salón a la misma hora por si lograba verla otra vez, eso que ella era cuidadosa, solía cubrirse con esa mantita color verde claro, cuando amamantaba, de ese día no me olvido más.

Mi madre algo intuyó, porque me dijo muy clarito que Julieta estaba casada y tenía un bebé.

Recién no me animé a mirarle el pecho, me excita mucho esa mujer.

Si una madre que estaba en ese grupo se dio cuenta que la miraba como un baboso, quiere decir que no puedo disimular nada a pesar de los años que pasaron.

.

Miré por el ventanal, daba al patio dónde hacían gimnasia.

Decidí acercarme y presentarme como el nuevo dueño del club.

Dije unas pocas palabras, hablar en público no es lo mío.

Devolví rápidamente el micrófono.

Entre los padres, la busqué disimuladamente.

La vi con las madres que estaba charlando antes, en uno de los corredores del club.

Desvié la mirada.

Soy un hombre, no ese adolescente que se conformaba con mirarla.

¿Seguirá casada?

No le miré la mano, la próxima vez me fijo si lleva alianza.

Estoy en mi oficina cuando llamó mi madre para saber cómo salió todo.

Lo primero que le digo es que el hijo de July viene a mi club.

Ella sonrió con cariño, su mirada se iluminó al oír su nombre.

-Te manda saludos.

-Retribuíselo, ¿Estaba con Gaby?

Mierda, me está diciendo que no intente nada, que es casada.

Su pregunta no fue al azar.

Mi vieja odia a las personas que se entrometen en el medio de un matrimonio y lo destruye.

Una ex amiga  suya se metió entre mis padres y se separaron por esa mujer, después mi padre se cansó de esa mujer, pero mi madre nunca lo perdonó, es que vivió unos meses con la ex amiga de mi madre.

De eso me enteré en ese viaje interminable que hice con mi padre.

Cambié de tema.

Es un tema muy sensible para ella.

Me despedí con una excusa.

No le puedo decir que July está más hermosa que nunca y que me perdí mirándole la boca, que la besaría hasta morir, que quisiera demostrarle que soy un hombre, que la haría morir de gozo en mis brazos.

¡Carajo! Pienso en Julieta y la sangre me quema las venas.

Estuve toda la tarde mirando la hora para ver si la podía ver a la salida.

No la puedo exponer dentro del club.

Ella dijo que era un amigo, la puedo saludar nuevamente… como amigo.

No puedo dejar de pensar en ella, siempre fue mi obsesión.

Me doy cuenta de que la deseo, a pesar del marido, a pesar de lo que piensa mi madre.

Nunca me animé a decirle nada desubicado, ni siquiera algo con doble sentido.

Eso sucedpia porque era adolescente.

También porque tenía a mi madre pisándome los talones, controlando que no hiciera nada que no correspondía.

Ahora soy un hombre y estoy seguro de que puedo competir con su marido y… ganarle.

La quiero en mis brazos, en mi cama.

Decididamente la voy a seducir, necesito tenerla, besarle los pechos.

Esos por los que me masturbé.

Me paré y salí de la oficina, porque si seguía pensando en ella, iba a terminar como cuando era adolescente.

Fui hasta la oficina del gerente.

Era un hombre de unos 40 años, obtuvo el puesto porque me lo recomendó otra amiga de mi madre.

Le dije que quería controlar personalmente como se desarrollaban las clases de los distintos colegios.

El edificio es enorme, tiene sectores para las distintas actividades, distribuidas en dos pisos, y arriba hay un salón en donde se pueden dar clases de teatro, ya que tiene un pequeño escenario, digo teatro, pero puede ser danza, después veré las opciones.

Recorro el club hablando de algunos proyectos con el gerente.

Me dirigí directamente al sector donde se encontraban los niños más pequeños.

Los padres los observaban detrás de un vidrió, que dividía ese salón del bar.

Busqué entre los alumnos a Mauro, no estaba, fui hacia el otro grupo, lo vi enseguida, se destacaba por su cabello rubio, igual que el de su madre.

Definitivamente se parece a Julieta.

Es de estatura media, tirando a alto, al menos bastante más alto que algunos de sus compañeros.

Creo que una vez escuché que el padre de Julieta era alto, yo no recuerdo haberlo visto, Gaby, su marido, no es demasiado alto, yo le llevo más de media cabeza y July, sin ser bajita, es de altura normal, debe pasar por unos pocos centímetros el metro sesenta, es delgada, bastante, pero con un culo que me deja sin aliento, sus pechos tampoco son grandes, su tamaño es normal, pero son perfectos, paraditos y esos pezones rosaditos, parados, que se los mordería y chuparía hasta desfallecer.

Ella se apoderó de mi mente.

Sacudí la cabeza para alejar esos pecaminosos pensamientos.

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