Capítulo 6: Pequeña oferta

POV de Sacha

—¿Me vas a invitar a entrar o solo vas a quedarte mirando todo el tiempo? —preguntó con una sonrisa burlona.

—¿Qué... oh sí, claro, pasa —dije mientras me hacía a un lado para dejarlo pasar. Entró como si fuera el dueño del lugar y cuando sus ojos se posaron en Remy y Judy en la sala, se volvió hacia mí.

—¿Recuerdas a Remy? —pregunté. La boca de Remy se abrió también y Christian se rió.

—Sí, la que tuve que cargar —recordó.

—Correcto, y junto a ella está Judy. Mi hermana pequeña.

—Hola Judy —saludó con un gesto de la mano y Judy le devolvió el saludo.

—¿Les importaría si me llevo a Sacha por unas horas? —les preguntó y sentí mariposas en el estómago.

¿Vamos a algún lugar?

¿Está a punto de invitarme a una cita?

—Es toda tuya —soltó rápidamente Remy.

Se volvió hacia mí.

—Voy a vestirme —dije antes de que él pudiera decir una palabra. Debería estar jugando a ser difícil, pero había algo en Christian que no quería resistir.


Me duché y me vestí lo más rápido posible. Me envolví el cabello 4c con un pañuelo y me puse un vestido rojo antes de tomar prestados unos tacones de Remy.

—¿A dónde vamos? —pregunté cuando subí a su coche y me abroché el cinturón de seguridad.

—Ya verás —respondió antes de salir del pavimento.

Después de veinte minutos, llegamos a un edificio enorme. Aparcó, y salí del coche esperando sus instrucciones, que fueron un simple 'sígueme'.

Quizás era un hombre de pocas palabras.

Lo seguí hasta un apartamento. La habitación era lujosa, con paredes pintadas de gris y muebles de aspecto caro. No esperaba menos, siendo él un multimillonario, pero no entendía por qué me había traído a su casa.

—Nos acabamos de conocer y ¿estoy en tu casa? —le pregunté, levantando una ceja mientras cruzaba los brazos.

—Esta no es mi casa —respondió.

—Oh, está bien. ¿Por qué estoy aquí entonces?

—Porque tengo una oferta para ti. —Desabrochó los botones de sus mangas y se quitó los zapatos.

Más le vale no estar haciendo lo que creo que está haciendo. Este hombre tan atractivo se está desnudando frente a mí.

Sentí que se me hacía agua la boca mientras observaba cada uno de sus movimientos.

—¿Cuál es esa oferta? —pregunté.

—Quiero follarte —respondió.

Solté una gran carcajada de incredulidad. ¿Quería hacer qué? ¿Por qué yo? Es un multimillonario, podría conseguir celebridades, mujeres de alto rango social. ¿Por qué querría a una simple chica como yo?

—Estás bromeando, ¿verdad?

—No. Estoy siendo muy serio. —Recogió sus zapatos y desapareció en otra habitación, mientras yo me quedaba con pensamientos locos flotando en mi mente inocente.

Quizás tuvo una impresión equivocada de mí.

Necesito decirle que no soy una prostituta. ¿Cómo se atreve a confundirme con una prostituta? Ni siquiera he estado con un solo hombre.

—¿Lo has pensado? —su voz lo delató mientras volvía a la habitación.

—Estoy perdida ahora mismo. No sé de qué estás hablando.

—Está bien. Tengo un deseo, y eres tú. Quiero que me complazcas con cada centímetro de tu cuerpo.

—¡No soy una prostituta! —casi grité.

—Sé que no lo eres. Y me alegra que no lo seas. No trato con prostitutas.

—¿Pero por qué yo?

—¿Por qué no tú?

Mi cabeza daba vueltas. —Ni siquiera me conoces.

—¿Y si te pago entonces? Doce millones de dólares. Un millón cada mes.

—Espera. Aclaremos esto, ¿estás dispuesto a pagarme un millón de dólares cada mes?

—Sí, por un año —confirmó y se acercó más y más a mí, y mi respiración se hizo más fuerte y más fuerte. Sus brazos rodearon mi cintura y sentí como si el aire se me escapara del cuerpo. Su dulce fragancia masculina me envolvía como una presa y supe que estaba cayendo por este hombre.

—Piénsalo, duérmelo, luego llámame y dime tu respuesta mañana —susurró suavemente mientras colocaba una tarjeta entre mi escote.

—Está bien, lo pensaré —dije.

—Bien, ahora, vamos a cenar. —La atmósfera había cambiado por completo y era como si no quisiera acostarse conmigo como había dicho, porque no lo mencionó ni una vez durante la cena en el restaurante de lujo al que me llevó. Fue un caballero total.

Después de nuestra cena y de que me llevara de vuelta a casa de Remy, le conté sobre su oferta.

—¡Cállate! Te está pagando para acostarse contigo. ¿Un millón de dólares cada mes? ¿Cuántas veces quiere acostarse contigo en un mes?

—No lo pregunté.

—¿Vas a aceptar su oferta, verdad? No puedes dejar pasar eso.

—No lo sé, Remy. Eso no es lo que soy. Prefiero trabajar duro por mi dinero.

—¡Entonces dale sexo hardcore, carajo!

—Baja la voz, no despiertes a Judy —le dije.

—Sach, trágate tu orgullo. Ese dinero podría ser muy beneficioso para ti. Podrías comprar una casa y todas las cosas que nunca tuviste. Podrías darle a tu hermana todo lo que quiere, y además, Christian es increíblemente guapo. Es una situación de ganar-ganar si me preguntas.

—Simplemente no lo sé. No me gusta cómo suena esto. ¿Y si tiene algo bajo la manga?

—¿Como qué?

—No entiendo por qué yo.

—¿No se lo preguntaste?

—Sí. Su respuesta fue '¿por qué no tú?'

Remy se rió. —Ojalá fuera yo. Diablos, me acostaría con él gratis y aquí estás tú cuestionando una propuesta de doce millones de dólares.

Remy se levantó del sofá y se fue a su dormitorio. No dormí bien esa noche. Tendré que darle una respuesta a Christian mañana.

¿Debería o no debería?

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