¡Habla en francés!

Una Semana Después

—Nos han invitado a cenar —dijo Anastasia con vacilación a Essence, quien continuaba peinándose, ignorándola—. E, ¿me escuchaste?

Essence resopló—. Sí, pero me tomó toda una semana encontrar una tienda de productos para el cabello y un salón de uñas decentes, y voy a ir, así que puedes ir a cenar al castillo Crème de la crème tú sola —levantó una de sus manos—. ¿Ves mis uñas? Necesito un relleno urgentemente. Afortunadamente, traje un par de pelucas conmigo porque de lo contrario habría perdido la cabeza.

Anastasia susurró—. No ha salido de su habitación otra vez, ni siquiera para hacer ejercicio en el patio.

Essence se detuvo—. ¿Por qué no?

—Es el aniversario del fallecimiento de su madre. Kano lo lleva muy mal.

Dejando caer su peine, Essence cruzó los brazos sobre su pecho—. ¿A qué hora tenemos que estar allí? —Puede que no quisiera estar emparejada con él, pero Essence sabía lo que era la pérdida. Había algo en la tristeza de Kano que pesaba mucho en su corazón desde que lo conoció. Revolvió entre su ropa, recogiendo un vestido.

—Es perfecto —dijo Anastasia, sonriendo—. Gracias por venir. Cayden y yo tenemos la sensación de que puedes sacarlo de su habitación.

—No estoy tan segura de eso.

Anastasia le dio una mirada intensa en respuesta—. Yo sí.

Caminando por el familiar pasillo del castillo, Essence se quedó frente a la puerta de Kano. Antes de que pudiera llamar, él la abrió y se alzó sobre ella.

—¿Cómo supiste que—? —Él arrugó la nariz, y sus ojos se agrandaron—. ¿Puedes olerme? —Él asintió, y ella lo miró, horrorizada—. ¡Oh, Dios mío! ¿Es mi perfume? ¡Porque el hombre en la tienda departamental dijo que olía a risa de bebé! Te juro que si ese tipo con rizos me mintió—

Kano sacudió la cabeza con fervor. Deseaba más que nada poder reunir el valor para decir algo. Para decirle que olía a vainilla, y desde el día que ella había entrado en su habitación, había anhelado volver a olerlo.

Essence vio destellos dorados y se dio cuenta de que eran sus ojos. Él giró su rostro y exhaló vapor por la nariz con frustración. Ella colocó su mano bajo su barbilla—. ¿Qué pasa con tus ojos?

Tus feromonas y ese maldito vestido son el problema... ¡maldita sea! pensó mientras evitaba mirarla, sabiendo que su lobo reaccionaría de nuevo. Su cabello ahora tenía el color de la menta, y su vestido negro mostraba curvas que de alguna manera había pasado por alto cuando estaban peleando. Kano apenas podía procesar sus palabras mientras finalmente la enfrentaba y se quedaba admirando su hermoso rostro.

Essence puso su mano en sus caderas—. ¿Vas a seguir siendo grosero o me vas a invitar a entrar? —Moviéndose a un lado, él la dejó pasar a su habitación. Jugaba con sus dedos mientras la observaba detenerse, asimilando los cambios que había hecho—. Tienes fotos... una tele—¡me encanta tu espejo! —Posó frente a él y chasqueó los dedos—. Maldita sea. Me. Veo. Bien. —Kano no pudo evitar reír, y ella le sonrió—. ¡Oye, te reíste! Vamos por buen camino.

Sus ojos se fijaron en algo junto al televisor. Caminando hacia allí, lo recogió y miró la colección sellada de DVDs de Martin. Se volvió hacia él.

—¿Tienes Martin? ¿Por qué no los abriste y los viste?

Su rostro se puso rojo, y sus ojos se abrieron de par en par.

—Espera… ¿e-estabas esperando por mí? —preguntó.

Kano agarró los DVDs y los metió en su cómoda, avergonzado. Ella carraspeó, cambiando de tema para no empeorar su incomodidad.

—Um… me preguntaba si vendrías a cenar.

Él negó con la cabeza y la oyó resoplar.

—¿Por favor? Los tortolitos me enferman. ¿Sabes que el otro día compartieron un durazno? No puedo soportar otro asalto así a mis ojos.

Ella hizo un puchero dramático.

—Por favor con una cereza encima y chispitas. Ah, y jarabe de fresa… espera, ¿de qué estábamos hablando?

Kano cerró los ojos y soltó una risa profunda.

—Me gusta tu risa —dijo ella, y él le sonrió en respuesta—. Ojalá tuviera una risa decente. Sueno como un gato moribundo, y si me río demasiado, gruño como un cerdo, pero no se lo digas a nadie.

Ella rió, y Kano le dio una pequeña sonrisa.

—Me gusta mucho tu risa —susurró.

Ella sonrió.

—Gracias. Ahora, ¿me harás el favor de venir conmigo a cenar?

Inhalando profundamente, finalmente aceptó.

En la mesa, Cayden observaba a su hermano mayor luchar con su sopa. Kano suspiró, sintiéndose avergonzado de que su cabello desordenado siguiera metiéndose en la sopa, impidiéndole comer. Essence le tomó la mano, haciéndole dejar la cuchara, y él miró su mano sobre la suya. Retirándola rápidamente, ella se frotó la nuca.

—Lo siento. Debería haber preguntado si estaba bien —dijo. Evitando sus ojos, llamó a Savina—. Oye, ¿podrías traerle un tazón de sopa fresco?

Savina asintió, y se dirigió a la cocina. Essence se levantó de la mesa. Desapareciendo por el pasillo, regresó rápidamente y se paró junto a él.

—Esto es para preguntarte correctamente, ¿puedo recogerte el cabello para que no siga metiéndose en tu cara?

Sus ojos se dirigieron a su hermano y Cayden le dijo mentalmente, “Está bien… solo quiere ayudar.”

Exhalando, Kano asintió y se apartó de la mesa. Essence le cepilló el cabello lentamente, deshaciendo los enredos, y le hizo un moño alto en la parte superior de la cabeza. Susurró,

—Quédate con la goma.

Él la miró, y ella se atragantó al ver la suavidad de sus ojos pálidos. Agarrando suavemente su mano, le sonrió levemente en agradecimiento.

—De nada —dijo ella, devolviéndole la sonrisa.

Cayden observó la interacción. Fascinante. Pensó para sí mismo mientras todos volvían a comer. Después de unos momentos de silencio, finalmente habló.

—Gracias por venir a cenar, Kano. Sé que hoy es un día difícil, particularmente para ti porque mamá...

Con el rostro endurecido, Kano le dio a su hermano una mirada fulminante antes de golpear la cuchara contra la mesa, silenciándolo de inmediato. Cayden sacudió la cabeza.

—Lo siento. No estaba pensando.

Era demasiado tarde. Kano se levantó, y su enorme cuerpo salió del comedor, dejando a todos en silencio.

Cayden se volvió hacia Anastasia y Essence.

—Esto fue culpa mía. Presioné demasiado otra vez. Es que, después de todo este tiempo, realmente esperaba que pudiéramos recordar a nuestra madre como era, en lugar de cómo murió.

Anastasia acarició su mano.

—¿Puedo preguntar qué pasó? Si es demasiado doloroso, lo entiendo.

Él inhaló.

—Se suicidó... nitrato de plata. Kano tenía doce años, yo tenía diez.

Los ojos de Essence y Anastasia se abrieron de par en par.

—Lo siento mucho —murmuró Anastasia.

Él asintió.

—Gracias. Seré honesto, realmente marcó a Kano de una manera que nunca pude entender.

Essence hizo una pausa.

—¿Qué quieres decir?

—Mi madre —su labio tembló ligeramente, y aclaró su garganta— estaba en su cama abrazándolo cuando falleció. Yo había vuelto a mi propia cama, pero Kano despertó en sus brazos. Creo que eso también atormentó a mi padre. Apenas podía mirar a Kano después de eso.

Essence dejó caer su cuchara.

—Disculpa —dijo, y se levantó rápidamente de la mesa mientras Anastasia consolaba a Cayden. Corriendo hacia la habitación de Kano, llamó a la puerta— Sé que sabes que estoy aquí afuera. Por favor, ¿puedo entrar?

Después de unos momentos, la puerta se abrió lentamente, y ella la empujó el resto del camino.

Kano se frotó la nuca, y al girarse, sintió su suave mano en el brazo. Abrazándolo lo mejor que pudo, sintió su cuerpo quedarse inmóvil. Ella sollozó contra él.

—Lo siento mucho que te haya pasado eso.

Él cerró los ojos y exhaló profundamente. Al sentir que él la abrazaba de vuelta, ella se relajó contra él, y los dos se quedaron quietos por un momento. Finalmente, al separarse, ella lo miró, y antes de que pudiera procesarlo, su gran mano limpió una lágrima de su ojo. Vio su cuerpo congelarse, y rápidamente retiró su mano, con una expresión de horror en su rostro.

Ella lo alcanzó.

—No. Está bien, Kano, de verdad —dijo.

Él se alejó de ella y cruzó los brazos sobre su pecho. Viendo sus ojos tristes, caminó hacia su tocador y sacó una foto. Kano le entregó la foto de una mujer con rizos negros que coincidían con los suyos.

—Es hermosa —dijo, y él sonrió levemente en agradecimiento por sus palabras—. Gracias por compartir eso conmigo.

Él asintió y volvió a poner la foto antes de sacar los DVD.

—¿Quieres palomitas y un maratón de Martin? —preguntó, sonriendo brillantemente.

Él le dio una sonrisa deslumbrante y asintió.

Kano miró a Essence y estaba completamente horrorizado por la mujer en la pantalla. Sus pies dentados estaban siendo atacados por una recortadora eléctrica, y parecía disfrutar cada momento.

Essence se rió de su expresión.

—Esa es Myra. Sus pies son tan horribles que tienen que usar herramientas especiales para cuidarlos —dijo. Su boca se abrió y ella rió más fuerte—. No es real, Kano. Nadie necesita una recortadora eléctrica de ese tamaño para el mantenimiento de sus pies. —Miró hacia sus pies y ladeó la cabeza—. Bueno, no, definitivamente los tuyos probablemente necesitarían una sierra y algunas otras cosas... ¿sabes qué? Mejor los prendemos fuego y empezamos de nuevo.

Kano la miró con furia y ella rió incontrolablemente, haciendo que soltara un resoplido. Se detuvo y entrecerró los ojos.

—No.te.atrevas.a.reír. —Él selló sus labios con los dedos pero dejó escapar una risita. Sus ojos volvieron a la pantalla, y él observó cómo Myra pronto se quedaba calva. Su rostro se enrojeció, y trató con todas sus fuerzas de contener la risa.

—¡Parlez-vous français! —gritó Myra y Kano ya no pudo contenerse. Una risa fuerte y profunda estalló en la habitación, sorprendiendo a Essence. Luego, para su sorpresa, lo escuchó resoplar antes de que rápidamente se tapara la boca.

Ella se carcajeó.

—¡Oh, Dios mío, acabas de resoplar! —gritó, y él negó con la cabeza—. ¡Sí, lo hiciste! —dijo, y rió más fuerte al ver el rojo en su cara.

—¿No ha salido aún? —preguntó Cayden a Anastasia, quien negó con la cabeza. Era tarde, y empezaban a preocuparse por el hecho de que Essence y Kano habían desaparecido. Al caminar hacia su habitación, vieron la puerta abierta y miraron adentro. Ambos completamente vestidos, Essence yacía en sus brazos, profundamente enterrada bajo él. Un episodio de Martin se reproducía en el fondo, mientras ambos roncaban ligeramente. Los ojos de Cayden se abrieron de par en par al mirar a Anastasia. Ella saltó arriba y abajo y ambos celebraron antes de cerrar la puerta en silencio.

Al escuchar la puerta cerrarse, Kano se agitó, su cuerpo entrando en shock. Levantó rápidamente el brazo de Essence, y el terror lo recorrió cuando este cayó de nuevo.

—¡No! ¡No! Por favor, despierta... por favor... —susurró, y luego exhaló bruscamente cuando la escuchó roncar suavemente. Se limpió los ojos y la colocó en la otra almohada, deteniéndose cuando ella se movió de nuevo y se acurrucó bajo él. Al recostarse, Kano se negó a quedarse dormido, y permaneció con los ojos abiertos, luchando contra su somnolencia. Cada pocos segundos, verificaba para asegurarse de que Essence aún respiraba, y cada vez el miedo de despertar y descubrir que, al igual que su madre, había matado a su compañera crecía más y más en su corazón.