CAPÍTULO 98

Dante Castelli.

Una vez que nos secamos, abrí la bolsa y le entregué algo de ropa. Los ojos de Elijah se abrieron de par en par cuando se dio cuenta de que eran ropa de verdad, no los malditos uniformes de prisión.

Sin dudarlo, se vistió rápidamente.

Una camisa ajustada de algodón blanco abrazaba...

Inicia sesión y continúa leyendo