31. Mafia de Malibú

—¡Maldita sea, Max! Pensé que dijiste que estaba a salvo...— Podía escuchar su voz, pero no podía abrir los ojos. Me dolía todo el cuerpo, probablemente estaba en un hospital, podía escuchar el pitido constante de la máquina.

—Los atrapamos, están muertos. No tienes que preocuparte más. Nadie se me...

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