5. Querida abuela

Aparqué mi bicicleta y llegué a la oficina. Era viernes, Kamaria ya estaba sentada con su sexy trasero en mi escritorio.

¡Mierda! ¿Hice algo mal ayer con Virginia?

Pero me relajé instantáneamente al ver su sonrisa ensancharse mientras me acercaba a mi escritorio.

—¡Felicidades, Gary! Ahora estás ...

Inicia sesión y continúa leyendo