Capítulo 26

—¡Déjame ir!— Le pego fuerte en la espalda, pero soy yo quien termina lastimándose. Su cuerpo es tan duro como un ladrillo, y golpearlo no me servirá de nada.

No me suelta, y ya sé que en unas horas estaré muerta después de lo que pasó hace un rato.

Sé que fue una locura, pero disfruté tanto el do...

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