Capítulo veintiséis

Para el quinto candidato, estaba agotado. Había reescrito mentalmente su guion al menos una docena de veces para evitar específicamente el parloteo inútil de cada mujer que entraba en su estudio.

Ni siquiera tuvo la energía para saludar a esta en la puerta.

—¿Laura, verdad?

Se sentó de nuevo, sin...

Inicia sesión y continúa leyendo