Capítulo 39

Estaba sentada en la sala, leyendo un libro, cuando escuché la puerta abrirse con un chirrido. Levanté la vista y vi a Maxwell, mi amigo de la infancia, parado en el umbral. Me sonrió, con los ojos arrugados en las comisuras.

—¡Hola, amiga! —dijo, con voz alegre.

No pude evitar sonreírle de vuelta...

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