Dieciocho

Lo miré con desdén, su perfección desconcertante solo parecía divertirlo.

—¿Voy a quedarme aquí toda la noche?

Él rió.

—Claro que no, princesa.

Pasé junto a él e intenté no respirar por la nariz. No quería que su delicioso aroma se grabara en mi mente por el resto de la noche. Su rostro ya era sufic...

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