Veintidós

—¿Qué pasa con Selma?

—Se estaba volviendo pegajosa.

—Ella te ama... creo.

—Nunca podría amar a un humano.

Y sin embargo, aquí estaba actuando como mi amigo. Tenía que preguntarme qué quería de mí. No sabía qué decir.

Él sonrió, pero sus ojos permanecieron decididamente amargos.

—Ten cuidado, Bet...

Inicia sesión y continúa leyendo