Treinta y seis

—Hola, Zane— murmuré tímidamente.

—Elizabeth— dijo Victor con rigidez —. Es un placer finalmente conocerte.

—Igualmente— suspiré, bajando la cabeza.

—¿Cuándo puedo invitarla a cenar?— preguntó Zane a Bradley.

—Zane, ella no es uno de tus experimentos científicos— susurró enojado.

Ella se encogi...

Inicia sesión y continúa leyendo