Cuarenta y tres

—No quiero dormir —dije cuando no pude evitar que mis ojos se cerraran.

Él se detuvo temporalmente.

—Estás cansada —dijo—. Necesitas dormir.

—Quiero quedarme contigo.

—¿Por qué? —su voz estaba genuinamente confundida.

—Mi realidad es mucho mejor de lo que mis sueños podrían ser.

—Duerme, estar...

Inicia sesión y continúa leyendo