Cuarenta y cinco

Bradley nos miraba con una ceja levantada. No esperaba que fuéramos tan abiertos entre nosotros. Me pregunté por qué.

—Hola, Beth —dijo Zane. No la había visto acercarse. Reprimí mi ceño fruncido. Ella tomó mi mano en un apretón firme—. Soy Zane, el cerebro de esta familia.

Todos gimieron.

Sonreí...

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