Capítulo 4

Capítulo 4

Los ojos de Anna se abrieron de par en par por la sorpresa mientras las palabras de su padre colgaban en el aire como una espada de Damocles.

—¿Casada? —repitió, su voz cargada de incredulidad—. ¿Quieres que me case con un desconocido para pagar tu deuda?

El rostro de su padre estaba marcado por la desesperación, sus ojos suplicaban comprensión.

—Sé que es mucho pedir, Anna, pero no tengo otra opción. Este hombre es despiadado, y si no le pago, me destruirá... y posiblemente a ti también.

La mente de Anna corría con horror e incredulidad.

—¿Cómo pudiste hacer esto, papá? —preguntó, su voz temblando de ira y miedo—. ¿Cómo pudiste ponerme en esta posición?

Los hombros de su padre se hundieron en derrota.

—Sé que te he fallado, Anna. Pero por favor, tienes que ayudarme. Haré cualquier cosa para arreglarlo, solo por favor... no dejes que nos haga daño.

Anna se sentía atrapada en una pesadilla, sin escape de las garras de los errores de su padre. El peso de su deuda y la amenaza del hombre poderoso colgaban sobre ella como una nube oscura, asfixiándola. No sabía qué hacer, pero sabía que tenía que tomar una decisión... y rápido.

La mirada de Anna se dirigió a su madre, buscando un rayo de esperanza, pero en su lugar, encontró los ojos de su madre suplicándole que aceptara la propuesta.

—Anna, por favor, es un hombre rico, te cuidará, tendrás una buena vida —urgió su madre, su voz cargada de desesperación.

Los ojos de Anna se abrieron con incredulidad, su mente tambaleándose con el pensamiento de la traición de su madre.

—¿Cómo pueden hacerme esto? —preguntó, su voz quebrándose de dolor—. ¿Están dispuestos a venderme para pagar su deuda?

El rostro de su padre se enrojeció, pero la expresión de su madre permaneció resuelta.

—Lo hacemos por tu propio bien, Anna. Verás, es la mejor decisión —insistió.

La ira y el dolor de Anna hirvieron, y se dio la vuelta y corrió hacia su habitación, cerrando la puerta de un portazo. Se sentía como si estuviera viviendo en una pesadilla, con sus padres como los monstruos.

—¡Anna, espera! —llamó su padre, su voz firme pero con un toque de desesperación—. Tienes esta noche para pensarlo. Pero mañana, esperaremos una respuesta. Debes entender, no tenemos otra opción.

El corazón de Anna latía con fuerza, su mente tambaleándose con el peso de sus demandas. Se sentía atrapada, sin escape de la prisión de los errores de sus padres. Sabía que tenía que pensar, idear un plan, pero por ahora, solo se desplomó en su cama, su cuerpo sacudido por sollozos.

Anna se revolvía y giraba, su mente corriendo con los eventos del día. No podía dormir, su cerebro se negaba a apagarse. Cada momento doloroso se repetía en su mente como un cruel montaje.

Recordaba la sonrisa encantadora de Jason y sus dulces palabras en su cita, cómo la hizo sentir que era la única persona en el mundo. Pero todo era una mentira, una astuta artimaña para llevarla a la cama. Recordaba el dolor y la vergüenza de perder su virginidad, la sensación de ser usada y descartada.

El recuerdo de ser despedida de su trabajo, las miradas burlonas de sus colegas y las crueles palabras de su jefe resonaban en su mente. Y ahora, la traición de sus padres, su disposición a venderla para pagar su deuda, se sentía como el golpe definitivo.

La determinación de Anna se endureció, su resolución de resistir sus demandas se hizo más fuerte. Juró nunca cambiar su decisión, nunca ser un chivo expiatorio para sus errores. Preferiría enfrentar lo desconocido sola que rendirse a sus planes.

A medida que avanzaba la noche, los pensamientos de Anna volvieron a Jason, cómo le había alimentado con dulces palabras y falsas promesas. Recordaba la forma en que le tomaba la mano, la forma en que la miraba a los ojos y la hacía sentir que era la única que importaba.

Pero todo era una mentira, una manipulación astuta. Y Anna estaba decidida a no caer en eso de nuevo. Se mantendría firme, incluso frente a la adversidad, y forjaría su propio camino, sin importar cuán difícil pudiera parecer.

Los padres de Anna nunca habían sido responsables, siempre dejándola valerse por sí misma. A pesar de su negligencia, Anna nunca se quejó, en cambio, trabajó en múltiples empleos a tiempo parcial para pagar sus estudios y gastos de vida. Tuvo que crecer demasiado rápido, sacrificando su infancia y adolescencia para mantenerse.

Mientras trabajaba incansablemente, algunos clientes en sus trabajos a tiempo parcial a menudo intentaban acosarla, haciendo comentarios inapropiados o avances. Pero Anna aprendió a tolerarlo todo, manteniendo la cabeza baja y enfocándose en sus objetivos. Se negó a dejar que nadie o nada se interpusiera en su educación y futuro.

Finalmente, después de años de arduo trabajo, Anna se graduó y consiguió un trabajo como secretaria. Pero incluso entonces, su jefe resultó ser un pervertido, haciendo comentarios inapropiados y avances hacia ella. Parecía que no importaba cuánto trabajara o hasta dónde llegara, no podía escapar del acoso y la traición.

A pesar de todo, Anna permaneció fuerte y decidida, sin perder de vista sus objetivos. Sabía que merecía algo mejor y estaba decidida a crear una vida mejor para sí misma, sin importar lo que costara.

Los ojos de Anna brillaron con determinación mientras hacía un juramento para sí misma. Nunca cedería a las demandas de sus padres, nunca se sacrificaría como chivo expiatorio para sus errores. Había trabajado demasiado duro, sufrido demasiado, para dejar que ellos tomaran el control de su vida de nuevo.

—Nunca los dejaré ganar —susurró para sí misma, su voz firme y resuelta—. Nunca seré un chivo expiatorio para sus fracasos. Merezco algo mejor, y lucharé por ello.

Con este juramento, Anna sintió una oleada de fuerza y coraje fluir a través de ella. Sabía que el camino por delante sería difícil, pero estaba lista para enfrentarlo de frente. Se defendería a sí misma, por sus derechos y por su futuro.

Ya no sería retenida por la manipulación y el control de sus padres. Ya no sería una víctima de sus deseos egoístas. Anna se había liberado, y nunca volvería atrás.

Capítulo anterior
Siguiente capítulo