Tía Lulu

Lanre sostuvo a Rosa por la cintura y besó el hueco de su cuello antes de pedirle que lo disculpara para darse una ducha rápida y bajar.

—Está bien —dijo Rosa. Se hundió en el sofá y admiró la casa. En el anexo del edificio vivían su cocinero y sus sirvientes.

Es una casa tan grande y realmente ade...

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