Viaje a la oficina del diablo

El calor acarició mi rostro, y abrí los ojos entrecerrándolos solo para volver a cerrarlos cuando un rayo de sol, que se colaba por las cortinas blancas, brilló en mi cara. Gimiendo, me cubrí la cabeza con la manta y me di la vuelta.

Casi me desvanecía en el paraíso llamado sueño cuando una sirena ...

Inicia sesión y continúa leyendo