No tan ascólico

—¿Qué? —me quedé rígido.

—¡Vamos! ¿Qué estás esperando?

Dándose la vuelta, comenzó a correr tirando de mí, y lo dejé hacer porque mi mente aún estaba ocupada procesando la nueva y escandalosa información que acababa de recibir. Giré la cabeza sobre mi hombro para confirmar, y un jadeo salió de mi ...

Inicia sesión y continúa leyendo