CAPÍTULO CIENTO SESENTA Y OCHO

Cerré los ojos con fuerza mientras me preparaba para el impacto del fuego, aterrorizada por lo que iba a suceder.

Pero el golpe nunca llegó.

En cambio, sentí un líquido correr por mis piernas, el pánico me abrumaba.

—Cariño, ¿te hiciste pis? Realmente quieres protegernos tanto —dijo Xavier, giran...

Inicia sesión y continúa leyendo