CAPÍTULO CINCUENTA Y SIETE

—¿Disculpe? Por aquí, señora —una figura robótica llamó mi atención y solo supe que era un robot por sus ojos. Todo lo demás era femenino y perfectamente diseñado, hasta el color de su piel. Era una de las cosas que me recordaban lo lejos que había llegado, porque en casa, los robots eran como mitos...

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