Capítulo 1 Lencería
— ¡Ah! — Jessica Evans no pudo evitar gemir, y sus ojos previamente aturdidos se aclararon debido al dolor punzante.
En la habitación de hotel poco iluminada, el cuerpo musculoso del hombre se cernía sobre ella como una montaña.
En medio de la pasión, sus dedos esbeltos arañaban inconscientemente la piel bronceada del hombre, dejando marcas rojas ambiguas.
El hombre parecía percibir su dolor y se detuvo momentáneamente, pero al siguiente segundo, una extraña sensación de hormigueo emanó de donde estaban conectados; luego su respiración se entrecortó, y sus ojos carmesí se intensificaron.
— Mm. — Jessica gimió suavemente, su cuerpo débil, completamente fuera de control.
La posesión dominante del hombre la hizo olvidar el dolor, dejando solo olas de placer hormigueante que se extendían desde su cóccix hasta la parte superior de su cabeza, sumergiéndola en una ola tras otra de éxtasis.
— Con cuidado, por favor — murmuró Jessica intermitentemente, con una voz sensual.
Sin embargo, sus súplicas entrecortadas actuaron como un potente afrodisíaco para el hombre, por lo que sus movimientos fueron aún más salvajes mientras se adentraba en ella.
— ¿Ya no puedes con esto? — La voz profunda y ronca del hombre resonó en su oído, teñida de burla. — Deberías haber estado preparada cuando apareciste.
La mente de Jessica se quedó en blanco. Quería preguntar, pero el hombre la volteó, dejándola debajo de él.
— No, para — gritó Jessica, pero al siguiente segundo, fue absorbida por un placer abrumador.
El cuerpo robusto del hombre la aprisionaba como una fortaleza, y la nueva posición le brindó una experiencia fresca, haciéndola sentir avergonzada y perdida a la vez.
— Mm. — Jessica se retorcía, con el pecho agitado por los movimientos de su cuerpo, su piel ruborizándose en un tono rosa tentador.
Las manos ásperas del hombre recorrían su cuerpo, encendiendo llamas dondequiera que tocaban, para finalmente posarse en su pecho y amasar suavemente.
La mente de Jessica se quedó en blanco, su cuerpo respondiendo instintivamente a las acciones del hombre. Gimiendo y ruborizándose de vergüenza.
La mente racional de Jessica le gritaba que escapara del agarre de aquel desconocido.
Su toque parecía mágico, rompiendo gradualmente su firme resolución anterior.
La vergüenza y el placer desconocido se entrelazaban, dejándola confundida.
— Déjame ir. — Jessica luchaba por apartar al hombre, pero él lo malinterpretó como un juego de seducción.
El hombre rió a carcajadas, con un toque de maldad y triunfo. — ¿Qué? ¿Haciéndote la difícil?
Su mano definida sujetó su mentón, obligándola a encontrarse con su mirada.
— ¿No sabes que esto solo me hace desearte más? — El brillo peligroso en sus ojos profundos parecía devorar por completo a Jessica.
El corazón de Jessica latía más rápido. Quería replicar, pero se encontró sin poder resistirse.
El hombre la besó de nuevo, dominante y gentil a la vez, erosionando su cordura poco a poco.
Los dedos de Jessica se aferraron inconscientemente a las sábanas debajo de ella, sus instintos haciéndola querer responder a su pasión.
— Ves, tu cuerpo es más honesto que tu boca. — El hombre notó su cambio, una sonrisa triunfante curvando sus labios.
La volteó, dejándola debajo de él, su aliento caliente acariciando su oído, provocando sus nervios.























































































































































































































































































































































































































































































































































































































