Capítulo 6: Perseguido por el demonio

Rayline.

Quería decir que no otra vez, pero había algo en sus ojos, algo sincero. Asentí a regañadientes y él me agarró la muñeca, levantándome del regazo de Hayden y llevándome a un pasillo apartado. Tropecé un poco mientras caminábamos, y cuando se detuvo, me erguí y crucé los brazos.

—¿Algo de lo que quieras hablar...?

—Lo siento —dijo.

Hubo silencio entre nosotros mientras permanecíamos inmóviles. Lo último que esperaba de él era una disculpa, y ahora estoy realmente sorprendida.

—¿Qué? —digo y él suspira y mira hacia otro lado.

—Lo siento, ¿vale? —Hace una pausa, viendo lo sorprendida que estoy—. No debería haber sido tan grosero contigo. Solo estabas tratando de ser amable.

Lo observé detenidamente, sin estar segura de si estaba siendo honesto o no. Pero algo dentro de mí me dijo que estaba siendo sincero, y asentí con la cabeza.

—Está bien. —Bajé la mirada y jugué con mis dedos—. He sido un poco entrometida. —Volví a mirar hacia arriba. Había una pequeña sonrisa en su rostro, y sus ojos brillaban con un toque de amarillo. Y así, no podía apartarme de él, como si estuviera hipnotizada por su mirada. No estoy segura si fue porque admitió su error y se disculpó, pero tal vez lo juzgué mal. Tal vez todos los rumores sobre él me habían afectado y no podía ver que realmente podría ser una buena persona.

Mientras el silencio continuaba, sentí que la intensidad crecía, y ni siquiera me di cuenta de lo cerca que estaba de él. Nuestras caras estaban a solo centímetros de distancia, y sentí el calor de su aliento rozar mi mejilla. Su mirada se movió hacia mis labios y luego volvió a mis ojos, el color de sus ojos tornándose en un tono rosado, y la distancia entre nosotros se hacía más y más pequeña.

Pero justo cuando la distancia estaba a punto de cerrarse, su cuerpo se tensó. Levanté la cabeza para mirarlo, pero ya no estaba mirándome a mí. En cambio, miraba detrás de mí.

Miré hacia atrás y vi que un joven de cabello negro azabache estaba parado al final del pasillo. No era muy alto, pero parecía en forma, y la mirada intensa que nos daba a ambos me hizo estremecer. Cuando me volví, había una luz avellana en sus ojos.

—Tengo que irme —dijo, su voz sonando como un susurro, y puse una mano en su brazo.

—Oye, ¿estás bien?

—Eh... —Hizo una pausa, mirando hacia abajo—. Sí, debería irme. —Se alejó de mí y comenzó a caminar por el pasillo mientras yo me quedaba ahí. Pero antes de que estuviera fuera de alcance, se volvió—. Ve a tomar un poco de agua y encuentra a Taylor, ¿vale?

Solo asentí en silencio antes de que él se volviera de nuevo y saliera por la puerta. Seguí moviéndome nerviosamente, mordiendo mi labio.

—Uf, creo que me va a odiar —murmuré mientras caminaba rápidamente hacia la parte delantera de la casa.

Caminé por el camino de entrada de la casa, ignorando las miradas extrañas que me daban las personas mientras buscaba dónde podría haber ido. No parecía haber muchos lugares a los que podría haber ido; después de todo, era el único camino. Intenté peinar grupos de personas para ver si podría estar en uno de ellos, pero sin éxito.

Justo cuando estaba a punto de rendirme, reconocí al hombre de piel oscura que estaba en la biblioteca y al final del pasillo. Echó un vistazo rápido a las personas antes de caminar hacia el bosque. ¿Por qué iba allí? Esperé un rato antes de acercarme al matorral. Estaba muy oscuro, pero podía distinguir el contorno tenue de un sendero.

—Tal vez Cole fue por aquí —pensé. Y aunque mi mente me daba mil razones para retroceder, me adentré en el bosque.

Caminé bastante distancia, casi torciéndome el tobillo en raíces y agujeros mientras trataba de buscarlo, o incluso al joven que vi. Pero en este punto, apenas podía ver delante de mí, y mis pies empezaban a doler. No había nada más que árboles y oscuridad, ni siquiera el más mínimo indicio de que alguien hubiera pasado por este lugar. Tal vez esa persona se había salido del sendero, o tal vez estaba perdida.

—Tal vez esto fue una mala idea— murmuré para mí misma y me di la vuelta por donde había venido.

Pero mientras daba otro paso, escuché un sonido tenue que parecía gente discutiendo. Me giré y seguí el sonido hasta llegar al borde de una pequeña brecha. Al mirar entre los árboles, pude verlo, junto con el hombre que lo había estado siguiendo.

—Quiere hablar contigo— dijo el hombre de cabello oscuro.

—Te dije que no quiero tener nada que ver con él— respondió Cole.

—¿Qué? ¿Estás enamorado de un humano ahora?

—¿Humano?— murmuré bajo mi aliento.

—No— lo miró con enojo. —Solo quiero que las cosas funcionen como deberían.

—Sabes que no pueden— Cole apretó los dientes y dio un paso adelante. —Déjame en paz.

—Cuida tu boca cuando me hables— el hombre dio un paso hacia él.

—No te tengo miedo, Jesse— continué escuchando la conversación, haciendo mi mejor esfuerzo por esconderme detrás de un árbol grande.

—¿Ah, sí?— En un instante, fue empujado hacia atrás hasta que su espalda quedó pegada al costado de un árbol. Jesse presionó su brazo firmemente contra su pecho, haciéndolo luchar contra su agarre. —Tal vez así es como debe ser.

Levantó la otra mano y comenzó a cambiar, convirtiéndose en una gran garra que parecía pertenecer a un animal o bestia, y mis ojos se abrieron de par en par ante lo que vi.

—¿Qué demonios?— las palabras salieron de mi boca, y antes de que pudiera cerrarla, los ojos del hombre se dirigieron hacia mí. Me congelé, escondiéndome detrás de un árbol, esperando que no pudieran verme.

—¿Alguien te está siguiendo?— preguntó el hombre llamado Jesse mientras levantaba una ceja, y me asomé desde detrás para ver que todavía estaban allí.

—N-no— tartamudeó Cole, pero entonces vi sus ojos brillar en un color avellana brillante. —¿Entonces por qué estás asustado?— preguntó Jesse y el cuerpo de Cole se tensó.

Me escondí detrás de un tronco y esperé pacientemente una respuesta, tratando de controlar mi respiración, pero todo lo que escuché fue silencio. Empecé a ponerme nerviosa y asomé la cabeza de nuevo, pero esta vez ninguno de ellos estaba allí. Una ola de pánico me invadió y di unos pasos hacia atrás, sabiendo que mi mejor opción ahora era regresar. Pero mientras retrocedía, escuché un gruñido bajo.

Me quedé en silencio y miré alrededor desesperadamente en el oscuro bosque, tratando de encontrar la fuente del sonido. Pero mientras continuaba retrocediendo, sentí un aliento cálido en mi hombro, y giré la cabeza para ver un monstruo... una bestia alada... una criatura con garras afiladas, cuernos y colmillos expuestos... un demonio, sus ojos brillando en rojo sangre mientras se inclinaba hacia adelante.

Grité y salté de inmediato, pero tropecé con una raíz grande que me miraba curiosamente, como si me estuviera observando.

Pero mientras se acercaba, comenzó a gruñir de nuevo, y mi cuerpo comenzó a temblar de miedo.

Me deslicé hacia atrás lo mejor que pude, tratando de mantenerme fuera del alcance de sus colmillos. Pero vi sus garras cavar en el suelo, y luego comenzó a atacar, cargando hacia mí con una velocidad inhumana. Levanté las manos mientras gritaba. Pero justo cuando las garras estaban a punto de hundirse en mi cuerpo, el demonio fue golpeado, quedando inmovilizado en el suelo mientras se agitaba y rugía. Logré sentarme y mirar a Cole, quien intentaba mantenerlo abajo mientras el demonio trataba de morderlo y arañarlo, y en ese momento, sus ojos me miraron.

—¡Corre!— hubo otra chispa de emoción, y sin dudarlo, me levanté.

Pero mientras intentaba correr, sentí un dolor agudo en la pierna. Debí haberme lastimado al caer. Justo cuando empezaba a ver las luces en la calle, tropecé con algo que se sentía como una roca y golpeé mi cabeza contra algo duro, haciendo que gritara de dolor. Puse mi mano en la cabeza para encontrar una mancha de sangre. Escuché un sonido de gruñido que se hacía más fuerte y entré en pánico, tratando de sentarme lo mejor que pude, pero mi visión se estaba volviendo borrosa.

—Oh, mierda— murmuré e intenté levantarme, pero fue inútil ya que el dolor palpitaba con cada movimiento y mi cuerpo cayó al suelo, la oscuridad se colaba en las esquinas de mi visión hasta que todo se volvió negro.