Capítulo ocho

Su rostro es el retrato de un hombre atormentado. No oculta su ira, provocada por lo que sea que atormente su pasado. En cambio, me ordena con un grito que lo siga fuera de su habitación.

No opongo resistencia. ¿De qué serviría? Cuanto más muestro los dientes, más fuerte muerde él, y si no tengo cu...

Inicia sesión y continúa leyendo