Capítulo 45: Harley

La mañana del martes llega como un golpe en la cara, y me despierto aturdida, con la garganta seca y el corazón obstinadamente aún pesado.

Después de unos minutos de mirar sin ver el techo, contemplando la emigración, me levanto lentamente, bajo arrastrando las pantuflas de conejo y la sudadera de...

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