Capítulo 22

—¿No lo ves? ¡No sabía que eras ciego!

Le grité, luego cerré los ojos y me recosté en el sofá, tratando desesperadamente de calmarme.

Él nunca se preocupó por mi bienestar ni por mis sentimientos. Nunca lo hizo.

Entonces, ¿por qué debería llorar frente a él?

Anhelaba el momento en que cerrar los...

Inicia sesión y continúa leyendo