CAPÍTULO 12: La Virgen ya no está, parte 3

Lánguida de agotamiento, sonrosada por el éxtasis y preguntándome cómo despegarme del techo, pregunto —¿Puedo acostarme, Maestro? Estoy un poco cansada.

—Por supuesto—. Mi Maestro suelta las esposas, sosteniéndome mientras mis rodillas, ahora como espaguetis, ceden bajo mí. Recogiéndome, me coloca ...

Inicia sesión y continúa leyendo