Capítulo 18. El club, el caos y una casualidad

Gael

La música golpea como un corazón desbocado. Luces estroboscópicas cruzan el techo como relámpagos artificiales. El club está lleno de cuerpos que se mueven sin lógica, sin pausa, sin pudor. Y yo estoy aquí, en la barra, con un vaso de whisky que no me sirve para nada.

—¿Y si le mandas flores ...

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