Capítulo 24 – Gatos, terapia y una mujer que flota

Gael

El restaurante está casi vacío. Luz tenue. Mesas de madera oscura. Música de fondo que no molesta. Perfecto para hablar. O para no hacerlo.

La copa frente a mí está medio llena. O medio vacía. Depende de cómo se mire. Y hoy, yo no estoy mirando nada con claridad.

Lorenzo llega tarde, como s...

Inicia sesión y continúa leyendo