Capítulo 114

—Mírate —gruñó él, con una voz como trueno, voz como sexo, voz como castigo envuelto en seda y pecado—. Hablando sin parar como una maldita fuente.

Intenté respirar.

No pude.

No con él tan cerca.

No con su mano aún apretando mi garganta como si le perteneciera.

—¿Quieres saber la verdad? —siseó...

Inicia sesión y continúa leyendo