Capítulo 128

Lyra

—Oh, Dios mío— siseé, caminando de un lado a otro porque, por supuesto, eso estaba haciendo. Mis pensamientos se movían a ciento treinta kilómetros por hora y necesitaba moverme con ellos.

—Soy una Omega. Una sin marcar. Oh, espera, olvida eso, se me olvidó que me mordiste cuando follamos. ...

Inicia sesión y continúa leyendo