Capítulo 240

Gimoteé.

Mis muslos se apretaron. Acaricié su polla una vez, lento y apretado, y se sacudió en mi mano.

—Quiero que tu polla me rocíe con semen —dije, sin aliento y desesperada—. Quiero sentirte endurecerte de nuevo. Quiero saborear cada gota. Quiero tragarte, papi. Por favor. Déjame ser tu niña b...

Inicia sesión y continúa leyendo