Capítulo 31

—Apuesto a que lo harías —dijo él—. Apuesto a que te quedarías aquí goteando. Gimiendo. Frotando tus muslos mientras te miro sin tocarte.

—Papi —jadeé.

Él gruñó.

Su mano golpeó mi muslo interno... lo suficiente para que doliera.

—No me llames así —espetó—. A menos que quieras ser clavada a esta ...

Inicia sesión y continúa leyendo