Capítulo 50

—Absolutamente no.

Las palabras salieron más cortantes de lo que pretendía, rompiendo el silencio cargado entre nosotros. Noah estaba frente a mí, con los brazos cruzados, el ceño fruncido, y esa inclinación terca de su barbilla que ya hacía que mi presión arterial se disparara.

—Es solo una fiest...

Inicia sesión y continúa leyendo