Volver a vernos
Kate
He sido traicionada por todo el mundo, en un pasado no muy lejano pero que tampoco recuerdo como muy cercano. He tenido que aparcarlo lejos de mi presente para poder vivir en paz. He huido de todo. He puesto tierra de por medio con la gente que más amo solo para poder ser feliz pero ahora estoy de vuelta. Estoy aquí... en mitad de la boda de mi mejor amiga, la hermana de mi ex... la única persona en la que confío después de todo y de tanto.
He sido traicionada en más de una forma y no dejaré que eso vuelva a ocurrir.
Por eso decidí en su día cambiar.
Por eso estoy de vuelta.
Por eso ahora soy como soy, como siempre debí ser...
Son las cinco de la tarde y Jack y yo hacemos entrada al jardín donde se celebrará la boda del año. No será la boda del año de la revista Hola pero si de la familia James.
No necesito dar muchos pasos para sentir su mirada en mi cuerpo, en el acompañante que llevo, y en mi, propiamente. Se que me observa desde lo alto de su habitación en esta mansión
Todavía recuerdo todo.
—¿Estás bien?
La pregunta James me toma desprevenida pero carraspeo antes de soltar un burdo si.
Él, Derek... mi ex. El hombre que me rompió el corazón es un tipo recto y poderoso que no veía en una mujer más que un encuentro divertido más. Que me hacía sentir que , cuando me observaba a mi sentía novedosas emociones en su interior. Se hacía miles de preguntas sin poder responder ninguna. Pero todo era una mentira.
Su familia me saluda y les presento a mi chico, Jack. Incluso los que no me recuerdan me tratan con cariño, soy la madrina de la novia, siempre fuimos grandes amigas y lo único que me queda de él, de Derek, es justamente mi inquebrantable amistad con su hermana.
Ignoro todo lo que el peso de sus ojos produce en mi y sigo explorando el lugar del brazo de mi pareja.
Estoy en la ciudad por la boda de Beth, y nada más. Ero tengo que reconocer que verlo es duro.
—¿Estarás bien si te dejo solo unos minutos? —le pregunto a Jack que asiente y me besa la frente —. Tengo que ir a ponerme el vestido que Beth eligió, no tardo nada. Si ves a Derek no te dejes provocar.
—Ya lo hemos hablado, no te preocupes —me besa suave los labios y juraría que oigo una copa romperse —. Eres preciosa, no lo olvides.
—Y tú maravilloso.
Le dejo en el jardín tomando asiento en donde pone nuestros nombres y subo las escaleras que tantos recuerdos me traen. Mientras pisoteo con mis tacones los peldaños los suprimo, no quiero recordar nada. No s bueno para mi. Me tropiezo con una morena de ojos azules que baja acomodándose la ropa y sigo sin más. Entro a mi habitación... o más bien a l habitación que usaba cuando venía sin él. Y ahí está... esperándome.
Derek
Me pregunto mientras bebo mi trago y no logro apartar la mirada de ella, si tal vez es producto de un sueño, o de mis más oscuros deseos por una mujer. Por esa, mujer. Pero nunca la habia visto con otro. Observo desde lo alto de mi habitación como él la toca, la besa en una boca que fue mía y le sonríe como si tuviera todo el derecho que a mi me quitó. Ella me negó a mi lo quw le ha dado a él.
—¿Has visto como la miras, Derek? —me pregunta Mónica y la ignoro.
La morena sigue el camino de mi mirada comprobando tras una sonrisa que un jodido extraño observa demasiado concentrado a la que fue mi mujer. Joder como duele eso.
—Está preciosa. No lo puedo evitar.
Entonces él le besa los labios otra vez y lanzo mi copa por la ventana. Si hubiera podido me lanzaba yo . No voy a aguantar. Sé que no.
—Te espero abajo.
No respondo nada. No me interesa lo que haga
Ella sabe lo que hay entre los dos y lo que hubo con Kate, si a estas alturas no lo entiende no es mi problema.
Me castigan los recuerdos llegando en manada. Son muchos porque la recuerdo tal y como era. Como se sentia..., era preciosa y tenía un imán natural para la gente pero aquel hombre que yo era la veía de forma distinta. Había algo más. Algo que no sabía hasta que supo que era amor pero ella y no le creyó.
Recordé la primera vez que la hice mía, los nerviosa, la pasión. Lo rápido que fue todo porque estábamos demasiado excitados, perdidos por el otro. Y tenías tras parejas en el mismo sitio pero nada nos impidió entregarnos.
Yo estaba en lo alto del club, rodeado de mi seguridad y ella de sus dos migs y él... pero nuestras miradas estaba unidas por un hilo irrompible. Era como si hubiera desaparecido del club la música, las luces, el olor a alcohol y tabaco y las personas. Era como si solo nosotros nos vieramos, como si nadie más pudiera observar la pasión que había en la mirada de dos desconocidos que, de alguna forma se reconocían como si vinieran de otra vida anterior. Así me sentí con ella desde el primer momento y nunca creyó.
Yo la observaba extasiado, un montón de pensamientos cruzaban mi mente al verla y lo que más me atraía era que no dejaba de verme a mi también. Era decidida.
Era exquisita. Insólita. Me había excitado cuando me había mirado a través de su bebida, la que yo mismo le había obsequiado, y era consciente de que le había estado contemplando también; eso era algo a lo que yo estaba acostumbrado, y había disfrutado de que se tomara su tiempo y se recreara en todos los detalles de mi cuerpo como yo del suyo sin importar nuestras compañías. Pero aún así quería más. Yo quería todo de ella. Y algo .e decía que ella quería lo mismo de mi.
Me encantaba que no hubiera apartado la mirada cuando la había pillado de pleno. Me resultaba intrigante... un desafío que estaba dispuesto a aceptar.
Necesitaba echar un polvo con ella, saber si todo iba a ser tan intenso como sentía en mi interior que sería.
De un momento a otro ella se armó de valor. Me miró a lo lejos y la seguí, más bien la guié. Ella dió una excusa, yo otra y fuimos al encuentro explosivo como siempre que después nos veiamos. No podíamos evitarlo.
Lo sentimos en nuestras carnes, sería una noche de pasión, un instinto animal... un instante fugaz que empañara todo lo otro que habíamos vivido antes.
Los dos avanzamos por el club sin dejar de mirarnos, casi llamándonos el uno al otro. No habría palabras. Ni números de teléfono después, no habría nombres que darse ni confesiones que hacerse. Eso pensé en aquel entonces.
Cuando estuvimos frente a frente en el fondo del club yo sabía lo que ambos queríamos, ella aceptó mi mano y juntos entramos a una sala VIP, una sala donde solo yo podía entrar.
Después de eso todo se volvió pasión, lujuria salvaje...deseo desmedido.
Nos tomamos sin demora, con hambre y sudor. Nos arrancaron la ropa, nos comimos a besos. Hubo gritos, mordidas, jadeos. Yo tiraba de su pelo mientras ella arañaba mi espalda. Las embestidas eran la hostia de buenas y los orgasmos más de uno.
Yo nunca olvidaría ese momento y pude comprobar que no estaba loco al sentir que sería diferente. Porque lo fue.
Y nunca más pude estar en un mismo espacio con ella sin que me volviera loco
Y hoy, en la boda de mi hermana no sería la excepción.
—¡¿Derek...?!
Mi cuerpo reconoció su voz cuando entró a la habitación y me vió... pero mi corazón, mi corazón juntó cada pedazo roto bajo su murmullo. Ella ha vuelto a mi, y no puedo dejar que se me acabe esta vez.
Haré lo que haga falta... lo.que haga falta.
























