Cincuenta y ocho

La atmósfera en la oficina de la Dra. Sarah es tan densa que se podría cortar con un cuchillo mientras Aiden y yo tomamos asiento frente a ella en el escritorio. Su habitual compostura parece sacudida, y la desesperación en su voz cuando nos convocó todavía resuena en mis oídos.

La Dra. Sarah nos d...

Inicia sesión y continúa leyendo