Capítulo 5
La noche estaba completamente oscura cuando el coche de Ronald se detuvo frente a la Villa Forbes.
Apretó el volante, sumido en sus pensamientos.
En el asiento del pasajero había una caja de regalo elegante con un vestido que había elegido con mucho cuidado. Esto estaba preparado para Elsie. Mañana por la noche era la fiesta de cumpleaños de su abuela, quien también era la anfitriona de la familia Borgia.
Ronald miró la caja de regalo, sus ojos marrones no revelaban nada.
La reciente indiferencia de Elsie lo hacía sentir que estaba perdiendo el control de las cosas.
Revisó su reloj y marcó el número de Elsie.
Después de unos cuantos timbres, la llamada se cortó.
El ceño de Ronald se profundizó y llamó a su asistente.
—Deja el paquete en la Villa Forbes—ordenó fríamente.
...
En la entrada del apartamento de Elsie, un desconocido le entregó la caja de regalo, diciendo cortésmente—Señorita Forbes, el señor York me pidió que le entregara esto. Espera que pueda asistir a la fiesta de cumpleaños de la señora Borgia mañana por la noche.
Elsie miró la caja de regalo, su rostro inescrutable.
Asintió, tomó la caja y cerró la puerta suavemente.
Detrás de la puerta, Elsie miró la caja de regalo en su mano, su mirada sorprendentemente calmada.
No la abrió de inmediato, sino que la colocó en el sofá con una sonrisa fría en sus labios.
'¿Qué intenta hacer? ¿Mantener esta farsa de matrimonio?' Con ese pensamiento, Elsie soltó una risa burlona y volvió a empacar su maleta.
Ya había reservado un vuelo a Novaria en tres días.
Era un pequeño pueblo donde ella y Cedric habían vivido una vez, y donde ahora descansaba en paz.
Se iba, terminando este matrimonio ridículo de una vez por todas.
Elsie se sentó frente a su computadora, entregando un documento detallado a Julie.
—Estas son las tareas que necesitan ser atendidas a continuación—dijo, su expresión tranquila.
Julie miró el documento, su corazón se apretaba.
—Elsie, ¿realmente te vas?—preguntó cautelosamente, su tono lleno de inquietud.
Elsie asintió, luego miró por la ventana, levantando ligeramente la barbilla mientras decía—He reservado mi vuelo. En tres días estaré en Novaria. El aire allí es tranquilo, justo lo que necesito.
Julie agarró el documento, tratando de ocultar su agitación emocional. —¿Qué hay del próximo concurso?
Elsie se volvió hacia ella, su expresión inquebrantable. —Organízalo para mí. Estaré de vuelta a tiempo para el concurso. Maneja los asuntos domésticos según lo indicado en el documento.
Julie miró su comportamiento tranquilo, sintiendo una punzada de tristeza.
Sabía que Elsie había tomado una decisión. No había vuelta atrás.
Al día siguiente, Elsie finalmente abrió la caja de regalo.
Quería ver qué tipo de vestido le había enviado Ronald, pero en el momento en que lo vio, se quedó helada.
El vestido dentro era de un rojo brillante, hecho de una tela transparente y diseñado para ser revelador. No era un vestido normal para una fiesta, sino una pieza de lencería.
Al mirarlo, la ira surgió en el pecho de Elsie.
—¿Está tratando de humillarme?
En ese momento, la pantalla de su teléfono se iluminó.
Era un mensaje de Missy.
[Elsie, tu vestido es hermoso. ¿Lo eligió Ronald para ti?]
Adjunto estaba una foto.
En la foto, Ronald estaba sentado en un sofá, mirando un libro sobre crianza. Missy se recostaba contra él, su mano descansando suavemente sobre su vientre embarazado, su expresión tierna.
[Elsie, Ronald y yo estamos haciendo educación prenatal. Él es tan atento con el bebé, un esposo tan bueno.]
Esas pocas palabras se sentían como cuchillos clavándose en el corazón de Elsie.
Elsie agarró su teléfono, sus dedos temblando ligeramente.
Miró por la ventana, recuerdos de años atrás inundando su mente.
En ese momento, ella creía que Ronald era un salvador enviado por Cedric.
Quería un hijo que perteneciera a ambos. Le había rogado a Mason que la ayudara con su salud.
Mason Green era amigo de la infancia de Ronald y uno de los mejores obstetras del país.
Elsie se había sometido a numerosas pruebas y había tomado incontables medicamentos, pero seguía sin quedar embarazada.
Más tarde, descubrió accidentalmente la verdad: era Ronald quien lo estaba impidiendo.
No quería un hijo, especialmente no "el hijo de una muda".
Recordaba el consejo de Mason: —Elsie, renuncia. Ronald no cambiará de opinión.
En ese momento, ella aún tenía esperanza, pensando que Ronald simplemente no estaba listo.
Pero ahora, finalmente había comprendido que él nunca deseó un futuro con ella.
Esa noche, la Mansión Borgia estaba brillantemente iluminada.
Los invitados se reunían en pequeños grupos, conversando animadamente.
Elsie, adornada con un vestido confeccionado por un diseñador de renombre, entró con gracia al salón de banquetes.
El vestido rojo resaltaba su figura, haciéndola lucir excepcionalmente deslumbrante.
Su actitud fría y su leve sonrisa irradiaban un encanto irresistible bajo las luces.
Los invitados no podían evitar mirarla furtivamente.
Ronald estaba entre la multitud, sus ojos siguiendo cada uno de sus movimientos.
Frunció el ceño, sintiendo una creciente sensación de desagrado.
Rápidamente caminó hacia ella, bloqueando su camino. —Elsie, ¿qué estás usando?— preguntó en un tono bajo y reprochante.
Elsie lo miró indiferente, sin responder, y caminó alrededor de él.
Ronald le agarró la muñeca, su voz fría. —Ven conmigo.
—Tengo cosas que hacer— respondió ella con frialdad, su mirada desprovista de calidez.
La expresión de Ronald se oscureció aún más.
En ese momento, la voz de Missy se escuchó cerca. —Ronald.
Llevaba un vestido blanco puro, con su habitual sonrisa gentil mientras se acercaba.
Su llegada atrajo la atención de los miembros de la familia Borgia.
La abuela de Ronald, Raina Borgia, frunció el ceño, su mirada helada. —Señorita Forbes, cuánto tiempo sin verla.
Missy parecía avergonzada, bajando ligeramente la cabeza. —Lo siento; acabo de enterarme de que Ronald asistía a una fiesta y quise venir. No sabía que era su fiesta de cumpleaños.
Sus palabras resaltaron inmediatamente su relación inusual con Ronald.
Los invitados comenzaron a murmurar.
La mirada de Raina era aguda. —Como no estás invitada, por favor, vete.
Su tono era duro, claramente defendiendo a Elsie.
Missy habló con un atisbo de agravio. —Vine a entregar algo.
Elsie observaba fríamente, su expresión aún indiferente.
Al ver su actitud despreocupada, Ronald sintió una oleada de ira.
¿Realmente no le importaba ser la señora York?
En ese momento, Missy sacó un vestido. —Elsie, este vestido fue elegido especialmente por Ronald para ti, pero lo encontré en tu habitación, cortado así.
El vestido destrozado se convirtió instantáneamente en el centro de atención.
La expresión de Ronald se volvió sombría.
—¿Lo cortaste tú?— Su voz era tan fría como el hielo.
Elsie curvó ligeramente sus labios. Sabía quién lo había hecho, pero aún así firmó decisivamente. —Sí, lo hice.
—¿Sabes qué ocasión es esta?— El tono de Ronald estaba lleno de ira.
Elsie respondió con calma. —Por eso usé algo que me gusta.
Levantó la mano, retirando el agarre de Ronald de su muñeca, y caminó hacia el otro lado del banquete.
Ronald se quedó ahí, mirando su espalda, su expresión oscura y tormentosa.
Una emoción tumultuosa se agitaba dentro de él. '¿Qué está tratando de hacer Elsie?'
Pero no se daba cuenta de que ella ya se estaba alejando de él, no solo físicamente, sino también emocionalmente.
































































































































































































































































































































































































































































