42

Llegué a la gran puerta que guardaba nuestra finca cuando escuché un coche detenerse a mi lado. Sabía que era mi padre, pero no me importaba lo suficiente como para detenerme. No iba a volver con él, no cuando iba a tratarme así. Merecía algo mejor. No había robado a nadie, no había hecho nada ilega...

Inicia sesión y continúa leyendo