44

Nos miramos el uno al otro, ninguno dispuesto a retroceder. Él era un hombre orgulloso, pero yo no era nada si no la hija de mi padre. Yo era orgullosa como el infierno y aún más terca. Si él quería ser un imbécil al respecto, entonces yo también lo iba a ser. No quería rendirme, ni mucho menos, eso...

Inicia sesión y continúa leyendo