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Entré a la oficina con la cabeza en alto, esperando que eso ocultara la tormenta que rugía dentro de mí. Había susurros mientras la gente me miraba y por un momento, quise saber de qué hablaban, quise saber por qué las miradas, pero no podía preguntar, no pregunté. No lo habría hecho hace una semana...

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