34. AMA A TUS AMIGOS, AL CARAJO CON TUS ENEMIGOS.

Dejó caer al suelo la toalla manchada de pecado que llevaba sus semillas y Damien la miró.

—Hey —susurró él, su voz ronca por lo profundo y doloroso de su gruñido. Las camas crujían con sus lentos movimientos mientras ella descansaba ahora sobre él.

—Eso fue... eso fue algo —tartamudeó, abrazándol...

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