Capítulo cincuenta y ocho

Sus ojos la observaron durante unos segundos antes de decir:

—Buenos días.

—Buenos días —respondió Savannah.

—Lo siento, no podré desayunar contigo. Tengo que salir a ver a ese inversor por unas horas —hizo una pausa y luego añadió—: ¿Te gustaría venir conmigo?

Savannah negó con la cabeza.

—¿No...

Inicia sesión y continúa leyendo