Capítulo 387

Stanley se inclinó, sus labios rozando suavemente la esquina de sus ojos llenos de lágrimas, besando tiernamente las lágrimas saladas.

Su beso era ligero, lleno de compasión y consuelo, como una pluma acariciándola, pero provocó ondas en el corazón de Diana.

—Hey, no llores— su voz era ligeramente...

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