veintiséis

Camila abrió los ojos y vio lo mejor que jamás había esperado en su vida. Había renunciado a tener un lobo y había aceptado que era una rara y una humana débil que no era más que un saco de boxeo para los hombres lobo. Se rió, soltó un gemido emocionado y miró a su alrededor, observándose a sí misma...

Inicia sesión y continúa leyendo